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Cuánta cantidad de vino debería servirse en cada copa

¿Cuánta cantidad de vino debería servirse en cada copa? La medida justa para cada ocasión

El servicio del vino en la copa es mucho más que una cuestión de estilo; responde a una lógica que combina disfrute, técnica y respeto por el vino. La cantidad que se sirve varía notablemente según el contexto: no es lo mismo una degustación que el servicio de una copa en un restaurante. Comprender estas diferencias es fundamental para maximizar la experiencia de degustación y, a su vez, respetar las características de cada tipo de vino.

La medida en una degustación: cada sorbo cuenta

En una degustación de vinos, el propósito principal es poder analizar y comparar cada etiqueta de manera meticulosa, por lo cual el servicio es reducido, generalmente entre 30 y 60 ml por copa. Esta medida permite a los asistentes percibir los aromas y sabores en su máxima expresión sin saturarse, lo que es especialmente útil cuando se prueban varios vinos en una misma sesión. En una cata, el objetivo es que cada sorbo brinde la oportunidad de explorar las características y complejidades del vino, por lo que servir en exceso podría distraer de esa exploración sensorial.

Además, la copa se llena solo hasta un cuarto de su capacidad, o bien hasta su “ecuador” la parte más ancha de la misma permitiendo una oxigenación adecuada que facilita la liberación de los aromas. Este espacio libre en la copa es esencial para que los catadores puedan agitar el vino y percibir las notas aromáticas con mayor precisión, un aspecto clave para la valoración del vino.

El servicio por copa en un restaurante: generosidad medida

Por otro lado, cuando hablamos del servicio de vino por copa en un restaurante, el propósito cambia: se busca ofrecer una experiencia de consumo completa y satisfactoria. Aquí, la cantidad servida suele ser de aproximadamente 120 a 150 ml, lo cual representa alrededor de un tercio de la copa.Esta medida es suficiente para acompañar un plato y disfrutar del vino de forma más prolongada, sin llegar a llenar la copa en exceso.

Este tamaño, además de ser generoso, permite mantener el equilibrio entre el disfrute de los aromas y la posibilidad de acompañarlo con la comida. Al igual que en la cata, la copa no debe llenarse más de un tercio, ya que este espacio adicional facilita que el vino se oxigene y se mantenga a la temperatura adecuada.

¿Por qué no se llena la copa hasta el borde?

Más allá del contexto, una regla general que se respeta en el servicio de vino es no llenar la copa hasta el borde. Esto no solo facilita la oxigenación y permite apreciar mejor los aromas, sino que también evita que el vino se caliente rápidamente, sobre todo en el caso de tintos servidos a temperaturas más frescas. Además, mantener una distancia entre el vino y el borde de la copa permite que el consumidor la sostenga sin riesgo de derramar, preservando la elegancia y la comodidad en el servicio.

Debe considerarse que las copas estructuralmente no están diseñadas para ser llenadas hasta el borde, ya que su esbelta pierna comienza a presentar inestabilidad y puede quebrarse 

¿Qué tener en cuenta al servir vino en cada contexto?

Al servir vino, es importante considerar el tipo de copa, ya que la forma y el tamaño afectan la percepción del vino. Para vinos espumosos, por ejemplo, el servicio es más reducido debido al tipo de burbuja, mientras que para un vino tinto o blanco la copa permite una mayor cantidad sin perder el balance en los aromas. Tanto en la degustación como en el restaurante, el enfoque debe estar en maximizar la experiencia del consumidor, aprovechando cada sorbo para desplegar los atributos únicos de cada vino.

Así, mientras que en una cata la cantidad reducida invita a la introspección y análisis, en un restaurante el servicio por copa es una invitación al disfrute. En ambos casos, un servicio adecuado es clave para el disfrute pleno del vino, respetando sus características y realzando su esencia en cada ocasión.