Cecilia Ruiz es la creadora de R.Cristal, empresa dedicada a la fabricación y comercialización de productos artesanales de vidrio. Con dos locales comerciales y una fuerte presencia en el mercado, la marca proyecta su crecimiento.
R.Cristal nació en Mendoza, en el año 2001, en un contexto de trabas a las importaciones, en el que fue necesario sustituir productos que venían desde afuera.
“Soy diseñadora de interiores y mi tesis de grado estuvo enfocada al mundo vitivinícola. Después de recorrer varias bodegas, detecté que, en muchos casos, las copas no reflejaban su idiosincrasia ni la imagen que querían transmitir. Empecé a investigar y a traer algunas copas de Chile. Conté con la ayuda de un tío, quien me fue guiando en el proceso de comenzar a fabricar copones”, cuenta Cecilia Ruiz, directora de la marca.
“Yo tenía 22 años en ese entonces y era una etapa en la que muchos jóvenes se iban del país. Aposté por quedarme y generar algo nuevo. Invertí unos ahorros que tenía en dólares y, junto a un socio, hicimos los primeros moldes en una cooperativa de Buenos Aires. Era un momento complicado para ambas partes y decidimos aliarnos: fabricábamos nuestras copas en el establecimiento y, a la vez, comercializábamos todo su portfolio de productos: vasos, floreros, entre otros.
De esta forma nos potenciamos mutuamente y logré insertarme en el mundo del vino, donde había una gran necesidad de productos faltantes. Actualmente sigo trabajando con la cooperativa”, resalta.
¿Cómo fue creciendo el negocio?
A los pocos años de empezar a producir, surgió la necesidad de personalizar las copas con los logos de las bodegas. Comenzamos a trabajar con calcos artesanales y, con la ayuda de mis padres (afortunadamente, siempre tuve mucho apoyo familiar) compré una máquina láser. Fue una inversión importante y un compromiso que asumí con ellos.
La máquina nos permitió distinguir nuestro producto, acelerar los tiempos de entrega y grabar distintos tipos de materiales, como madera. Se generó así otro negocio en paralelo.
Desarrollamos también modelos propios para bodegas como Zuccardi, Salentein y Trapiche, que luego incorporamos a nuestro portfolio.
Grandes enólogos, bodegueros y gente relacionada al sector nos ayudaron desinteresadamente y nos abrieron puertas. Nos fuimos haciendo conocidos a través de los eventos relacionados al vino en los que ofrecíamos nuestras copas a cambio de publicidad. Cubrimos una necesidad del mercado que también se expandió a bares, restaurantes, hoteles y al consumidor final.
¿Cómo está organizada la empresa actualmente?
Hace unos años, mi esposo, Federico Martina, compró la parte de mi primer socio y continuamos juntos la empresa. Él se encarga de la administración y finanzas y yo, de la parte comercial y marketing.
Somos 14 personas en el grupo estable (administración, depósito e impresiones) y contamos con un taller, ubicado en la calle Paso de los Andes 239, de Ciudad, con 3 máquinas láser que están operativas las 24 horas. Allí también funciona un local comercial con atención al público.
En diciembre de 2021, abrimos una sucursal en el espacio Home Box de Palmares Open Mall.
En la cooperativa contamos con 50 maestros vidrieros que trabajan para R.Cristal.
¿Qué particularidades tiene el proceso de trabajo?
Es un proceso artesanal que se realiza mediante soplado con caña a pulmón. De hecho, si se presta atención, no existe una copa igual a otra.
Si bien en otros lugares del mundo hay procesos mecanizados, en Argentina la cristalería se realiza de esta manera. Hemos analizado la posibilidad de industrializarnos, lo que requeriría una inversión millonaria y creemos que, aún, no hay mercado para hacerlo.
¿Cuál es el volumen de producción actual?
Entre 30.000 y 40.000 unidades mensuales que vendemos en todo el país. También hemos desarrollado otros mercados a través de distribuidores en Buenos Aires, Mar del Plata, Córdoba, Rosario y la zona Sur. Un gran impulso fue la apertura de vinotecas que se dio en los últimos años. Allí hay requerimientos más específicos, con otras terminaciones y packaging de alta gama.
¿Cómo trabajan el mercado online?
Este canal estaba estaba desarrollado y lo potenciamos durante la pandemia. A través de él llegamos a todo el país con otros productos complementarios para el hogar: floreros, fanales, línea de velas de soja, entre otros.
De todos modos, el volumen de ventas va creciendo de a poco, ya que aún existe miedo a que el producto, por su fragilidad, llegue roto. De todos modos, tenemos un margen de rotura cero. Para lograrlo estamos aliados estratégicamente a un transporte especializado.
¿Cómo esperan cerrar el año?
Durante la potspandemia experimentamos un período de crecimiento en el que duplicamos la planta de colaboradores, sumamos distribuidores e inauguramos un nuevo local.
Nos encontramos en una etapa de reestructuración, y si bien el contexto macroeconómico no ayuda (la falta de vidrio hace que se frenen algunos proyectos y corremos el riesgo de no poder abastecer el mercado), seguimos a paso firme.
Somos conscientes de que existe una responsabilidad sobre el sector y visualizamos un fin de año con gran cantidad de eventos, celebraciones y ferias. Por eso, además de nuestros productos artesanales, representamos a firmas internacionales. Importamos productos de manera controlada para compensar, de alguna manera, la situación que atravesamos.
También estamos trabajando fuertemente desde el local en Palmares y las redes sociales, en humanizar la marca, ofrecer una experiencia y visibilizar la cristalería como parte de la vida cotidiana.